Fase 1: La experiencia del entorno

MI VENTANA

A través de mi venta se puede ver una larga calle llena de coches aparcados y de árboles cuyas copas tapan gran parte de las aceras, donde la gente, casi del tamaño de hormigas, entra a los comercios, pasea, hace deporte… Además, como vivo en la ciudad, estoy rodeada de altos edificios y se puede escuchar constantemente el ruido de los coches pasando por la gran avenida que está cerca. Antes de mudarme a Valencia vivía en un segundo, pero ahora que estoy en un octavo piso, todo parece muy lejano y pequeño. A veces me da un poco de miedo lo alto que está el piso pero a la vez me gusta, porque me da la sensación de que me aleja un poco del estrés y el movimiento de la calle.

Fotografía de lo que veo desde mi ventana.
Fuente: elaboración propia

He elegido este lugar porque es el único contacto que tengo con el exterior durante las largas tardes que paso en mi habitación haciendo deberes, trabajos, estudiando… Y por eso me hace sentir a gusto, porque cuando estoy cansada estudiando me asomo por la ventana y el aire exterior me ayuda a despejarme un poco. Lo único que me molesta de este lugar es el ruido de los coches pasando constantemente y de la gente por la noche, porque aunque esté en un octavo piso se oye bastante y por eso, la localización del piso es lo único que cambiaria de este. Esta misma sensación, o mejor la tendría también desde la ventana del cuarto de mi casa de Alicante, donde he vivido toda mi vida, hasta este año que me he venido a Valencia a estudiar.

En mi opinión, las condiciones y lo que se vea a través de la ventana influye notablemente en las personas que la utilizan, ya que, por ejemplo, si la ventana estuviera sucia, no dejaría ver nítidamente el exterior y si la calle estuviera en malas condiciones, no transmitiría lo mismo.

Fuente: elaboración propia

Fase 2: Lectura, comprensión y reflexiones del texto Atmosferas

Para el autor, la realidad arquitectónica se trata de que un edificio le conmueva o no. Y que una obra arquitectónica le conmueva se debe no solo a la obra en si, sino también a lo que le rodea.

Cuando vemos por primera vez una obra arquitectónica, como con todo, recibimos una primera impresión, desde ese momento ya tenemos una pequeña idea de lo que es y si nos gusta o no. Ese estímulo no viene condicionado solamente por el edificio, sino también por el entorno que lo rodea, no es lo mismo si está en una plaza acogedora, bonita y con gente, que en una calle pequeña con edificios en mal estado alrededor. El sentimiento que tengas en es lugar, puede hacer variar la forma en la que veas el edificio, independientemente de lo grandioso y bonito que sea.

También todo depende mucho de la persona que lo vea,

“La belleza está en los ojos de quien mira”

célebre frase inglesa

No todos tenemos el mismo gusto, y por eso, algo que a una persona le puede parecer precioso, a otra le puede parecer lo más horrible del mundo. Además, un lugar que, a simple vista, puede parecer el mas normal del mundo, puede haber personas que les resulte super bonito, debido a los recuerdos y emociones que han vivido en ese lugar.

El autor se pregunta la magia de lo real, como esa realidad puede ser diferente en cada uno, y obtiene nueve puntos que pueden responderlo sobre lo que se ha ido encontrando por su camino como arquitecto.

EL primero es el cuerpo de la arquitectura, se trata de los materiales y elementos que la componen, como las vigas y los pilares, cada obra arquitectónica tiene sus propios materiales y estructura que la componen, y eso es lo que la hace única, como el cuerpo a nosotros, los humanos.

Segundo: la consonancia de esos materiales, de como se relacionan entre ellos, como se comportan en la estructura de una forma armoniosa y de las miles de posibilidades que presenta cada uno.

El tercero es el sonido del espacio, según el autor, «todo espacio funciona como un gran instrumento», ya que «mezcla los sonidos, los amplifica, los transmite a todas partes.» estos sucesos varían dependiendo del material que utilices en ese espacio. Cada espacio tiene su sonido característico, porque depende de la gente que habite o que se encuentre en ese lugar y para lo que éste esté destinado, si es tu casa, oirás a las personas con las que convives hacer sus cosas, si es un lugar público como por ejemplo una estación, se oirán los pasos apresurados de la gente y el ruido de los trenes al llegar y al marcharse de la estación. Pero si quitemos todos esos ruidos ajenos al edificio y nos quedamos con lo que es simplemente, su estructura, esta también tiene su sonido propio.

Cuarto: la temperatura del espacio, en cada espacio hay una temperatura diferente, también dependiendo de los materiales que se usen, y a su vez, de la persona que se encuentre en el interior. Este sentimiento de frio o de calor tiene también un factor psíquico.

El quinto son las cosas de su alrededor, cada lugar tiene unos objetos, que generalmente les tenemos afecto o nos gustan, una decoración que poco a poco va definiendo a la persona o personas que viven o trabajan ahí. Por eso, es importante pensar en lo que será ese lugar en el futuro.

Al sexto el autor le pone el título de «Entre el sosiego y la seducción». Las personas nos movemos dentro de la arquitectura, y sin duda, se trata de un arte espacial, pero también de un arte temporal, podemos disfrutar del lugar en el que nos encontramos, de las paredes, decoraciones, etc., pero también del tiempo que pasamos en él. Un espacio tiene que producir un sentimiento de calma, de que se puede estar ahí y a la vez ser bonito, que nos guste, no solo al arquitecto, si no a todos.

Séptimo: la tensión entre interior y exterior, cuando construimos una casa, de repente encontramos un dentro y un afuera, y encontramos un juego entre lo privado y lo público, definido por cuatro paredes. La arquitectura trabaja con esto, te muestra la fachada de los edificios, enseñando lo grandiosos que pueden llegar a ser, pero el interior pertenece a una persona, que es la que lo hace único y es algo que no todos podrán ver. Se marca una diferencia en lo que yo quiero ver (interior) y lo que quiero que los otros vean de mi (exterior).

El octavo son los grados de intimidad, concierne varios aspectos como tamaño, dimensión, proporción y masa en relación conmigo. Tiene que ver con la sensación que te da un edificio cuando entras en el, es independiente a lo que se pueda ver en su fachada, relacionado con la distribución, de la decoración, etc.

Y por último, la luz sobre las cosas, del aspecto que da la luz a un espacio, dependiendo de como ésta incida sobre él, lo podremos ver y percibir de una manera u otra.

Y a continuación introduce tres apéndices:

Cuando creamos arquitectura se convierte en parte del entorno del lugar, se une al conjunto de todo lo demás, estos entornos pasan a formar parte de la vida de la gente, lugares que recordarán toda su vida gracias a las experiencias vividas en dicho lugar.

Cuando se hace un edificio, se busca que las formas tengan un sentido, una coherencia, no son cosas hechas y puestas porque sí.

Y por último, los arquitectos no trabajamos solo con la forma, también con el sonido, los materiales, la construcción, etc., pero que todo eso concuerde, tenga coherencia, hay veces que no sale algo bello, por eso hay que seguir probando hasta que encuentres un diseño que sea realmente bello.